Entrevista Diario El Mercurio

Domingo 9 de abril de 2006
Diario El Mercurio
En Chile hay cerca de siete mil fichas que se usaban como forma de pago no sólo en las salitreras, también en fundos y haciendas.
Álvaro Orellana vendió su colección de fichas-salario para editar en el futuro el primer libro sobre ellas.
La historia de Álvaro Orellana (36) es para no creerla. Ingeniero civil industrial, llegó a tener una de las más importantes colecciones chilenas de fichas-salario no salitreras. Tras una década de paciente coleccionismo y con más de mil piezas, las vendió para financiar un libro de futura aparición: el primer catálogo chileno de fichas mineras, de fundos, haciendas, clubes, instituciones y empresas, con 1.069 emisores y más de tres mil fichas diferentes. Para su elaboración se basó en las cinco o seis colecciones más importantes del país, incluyendo la suya.
"En mi buscar, descubrí que las fichas-salario no eran sólo del mundo del salitre, y me interesaron las categorías menos frecuentes. Cuando tuve bastante material, pensé en hacer un catálogo y demostrar que el pago con fichas era una práctica habitual en casi todas las actividades económicas del país hasta la promulgación de la ley del trabajo (1924), que lo prohibía. Sin embargo, esta práctica perduró hasta 1930 en lugares de muy difícil acceso. Como no había contratos, se anclaba a los obreros a la pulpería, controlada por los dueños de las empresas. Las fichas de una faena no se recibían en otra y tampoco podían convertirse en dinero legal".
Siguen apareciendo
Orellana aclara que el coleccionismo de fichas fue siempre considerado un pariente pobre, y que recién en 1952 fue incorporado a la numismática chilena. Lejos de las monedas de oro y plata, las fichas son de caucho, lata, bronce, aluminio o cuero. Además, se asocian con las grandes revueltas sociales del siglo XIX y principios del XX.
Siguen apareciendo y se estima que hasta hoy en Chile, existen unas siete mil fichas distintas. Entre las más raras se encuentra la llamada "Trucha del Maipo", un cuartillo de cobre que circuló entre los obreros que canalizaron el río Maipo en 1821. Puede costar mil dólares. Algo similar ocurre con los tres y seis reales en agua, emitida por la empresa del francés Bernardo Digoy, quien en 1840 instaló la primera máquina desalinizadora de agua en Iquique. Las fichas de la empresa norteamericana Braden Copper Company son también emblemáticas. Luis Ross Prado refiere que a la empresa le robaron unas planchas de vulcanita con las que hicieron falsificaciones. Se ordenó entonces retirar todas las fichas y destruirlas. Otra serie muy curiosa es la del puerto de San Antonio, que emitió fichas pagaderas en posta, puchero, lomo y grasa".
-¿Admite rasgos obsesivos?
"Absolutamente. Aquí confluyen obsesiones, ambiciones y la secreta esperanza de estar acumulando algún tesoro. Me ponía de todos colores cuando sabía que alguien había comprado antes que yo una ficha que no tenía. Voy a empezar de nuevo... uno está enfermo de esto". b